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Estudio del potencial de las combinaciones lingüísticas.
Referencias: Chiang Feng Nan: “Golems and source codes”, Technopagan Magazine, EUA, 2008 (19)
El enoquiano es un idioma artificial creado por el matemático, astrónomo y ocultista británico John Dee, y su sucesor, Edward Kelly. Ambos sostuvieron que
el enoquiano era el idioma de los ángeles, el cual les fue revelado por las mismas criaturas celestiales.
El idioma se supone era también el que hablaban los hombres antes de la Torre de Babel. La magia enoquiana permite, mediante complejos rituales ceremoniales, la invocación de espíritus, demonios y ángeles.
Para otros usos de este término, véase Hermes (desambiguación). Hermes Ingenui, copia romana del original griego del siglo V a. C., museo Pío-Clementino, Vaticano. En la mitología griega Hermes (en griego antiguo Έρμῆς) es el dios olímpico mensajero, de las fronteras y los viajeros que las cruzan, de los pastores, de los oradores, el ingenio y del comercio en general, de la astucia de los ladrones y los mentirosos.1 En la mitología romana era denominado como Mercurio. Hijo de Zeus y la pléyade Maya. El himno homérico a Hermes lo invoca como el «de multiforme ingenio (polytropos), de astutos pensamientos, ladrón, cuatrero de bueyes, jefe de los sueños, espía nocturno, guardián de las puertas, que muy pronto habría de hacer alarde de gloriosas hazañas ante los inmortales dioses».2 Hermes también es protagonista de muchos mitos, como, por ejemplo, el de Filemón y Baucis.
Papeles
Hermes atándose la sandalia, copia romana en mármol de un bronce de Lisipo (Museo del Louvre). El rasgo principal en las tradiciones sobre Hermes consiste en su papel de heraldo de los dioses, puesto éste en el que aparece incluso en los poemas homéricos, compartiendo esta función con Iris. Un intérprete que cruza las fronteras con extraños es un hermeneus (έρμενευς). De Hermes procede la palabra «hermenéutica» para el arte de interpretar los significados ocultos. En griego un hallazgo afortunado era un hermaion (έρμαιον).
Su carácter original de divinidad de la naturaleza pelasga o arcadia desaparece gradualmente en las leyendas. Como heraldo de los dioses, preside sobre la habilidad en el uso de la palabra y la elocuencia en general, pues los heraldos son oradores públicos en las asambleas y otras ocasiones.4 5 6 7 Como diestro orador, era especialmente empleado como mensajero cuando se requería elocuencia para lograr el objetivo deseado.8 9 10 De ahí que las lenguas de los animales sacrificados le fueran ofrecidas.11 12 Como los heraldos y mensajeros solían ser hombres prudentes y circunspectos, Hermes era también el dios de la prudencia y la habilidad en todas las relaciones de intercambio social.13 14 Estas cualidades estaban combinadas con otras parecidas, tales como la astucia, tanto en las palabras como en las acciones, e incluso el fraude, el perjurio y la inclinación al robo. Los actos de este tipo eran cometidos por Hermes siempre con cierta habilidad, destreza e incluso elegancia.15 16 17 18 Según el prominente folclorista Meletinskii, Hermes es un tramposo deificado.19
(fragmento, por Chiang Feng Nan)
En el Principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios
(Evangelio de Juan, La Biblia)
Los orígenes de la Nomenclatura pueden rastrearse en algunos de los libros sagrados y cabalísticos que aún se conocen y se conservan. Según la Biblia, y de acuerdo a la primera línea del Evangelio de Juan, Dios creó el mundo a partir del verbo, es decir: del lenguaje. Esta noción del lenguaje como fuerza divina es compartida por los judíos. El Sefer Yetzirah, uno de los dos libros principales de la Kabbalah, cuenta cómo Dios mezcló y permutó las veintidós letras del alfabeto hebreo y los diez números, o sefirot, dando así origen al universo mismo. De acuerdo al Sefer Yetzirah cada uno de estos treinta y dos símbolos (llamados en conjunto “Los treinta y dos senderos de la sabiduría”) son la representación gráfica de un poder capaz de moldear el universo y definir la realidad. El ejemplo que mejor explica esto es la historia del golem: un burdo autómata de barro cocido al que se le introducía un pergamino con el nombre de Dios, y cuyo poder animaba a la criatura. Es el mismo principio que subyace tras los “conjuros” y cualquier otro tipo de magia, y aunque algunos de estos conjuros han sobrevivido al tiempo gracias al celo de algunos grandes ocultistas, el arte de modificar la naturaleza y crear a partir del lenguaje se ha mantenido estancado durante varios siglos, en los que ha sido interpretado como una metáfora, un mito fundacional que remite a la evolución de una cultura a partir de su capacidad de desarrollar un lenguaje escrito.
Otros intentos por estudiar la manipulación alfabética en un contexto filosófico y matemático más amplio se encuentran en el Ars Magna, de Lull, De Occulta philosophia, de Agripa, y el Monas Hyeroglyphica, de Dee. Sin embargo no es sino hasta la aparición del Kitāb al-mukhtaṣar fī ḥisāb al-ŷabr wa-l-muqābala de Al-Juarismi, y a las técnicas de integración y factorización nominal que describen, que podríamos hablar de un primer acercamiento científico a la Nomenclatura…
La naturaleza es un libro escrito con caracteres matemáticas Galileo Galilei (Il Saggiatore)
…No es sino hasta mediados de los años setenta que, aprovechando el desarrollo de las técnicas matemáticas y el de una nueva ciencia llamada informática, en la cual era posible crear “programas” capaces de procesar información, realizar cálculos complejos y generar reacciones desde un entorno virtual a uno físico, que el concepto de “código” se empieza a popularizar, y aunque las acepciones difieren según el contexto (la genética, la criptografía, o la programación informática, por ejemplo), el trasfondo es el mismo, una vez que se despoja a la naturaleza de sus ropajes y adornos lo que queda es código. Es decir: lenguaje.
Uno de los primeros en ver la relación que existía entre los nuevos lenguajes de programación informática y la antigua magia fue Park Mesce. Park fue pionero en el campo de los sistemas de realidad virtual y responsable de buena parte del desarrollo de la web 2.0. Influenciado por el trabajo de Stephen Wolfram, para quien la naturaleza muestra un comportamiento más parecido a un programa de computadora que al de una fórmula algebraica, Mesce bautiza como Nomenclatura al estudio del potencial de las construcciones lingüísticas, y explica que existe un espacio físico y un espacio léxico, y que nombrar una cosa es en una manera de activar ciertas cualidades latentes en ella. El ser humano experimenta la realidad a través del lenguaje “No existe un nombre único y verdadero” escribe Mesce en Introduction to Nomenclature, “un cuerpo puede ser compatible con distintos nombres, y cada uno de ellos potenciará determinados aspectos, que a su vez representan distintos estados del ser”…
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CONTACTO
UNIVERSIDAD INVISIBLE
FORO
People think dreams aren't real just because they aren't made of matter, of particles. Dreams are real. But they are made of viewpoints, of images, of memories and puns and lost hopes. ― Neil Gaiman
Por lo general, no escribo relatos testimoniales. Soy un friki y un adicto al trabajo,
ni que fuera Kerouac o Jack London, pero el caso de cara de luna es digno de un
relato de Lord Dunsany o Neil Gaiman, y eso sí es bastante nerd. A veces me
resulta imposible no hace referencias a la cultura geek. Lo siento.
Me llamo Bernardo Monroy. He publicado algunos relatos en revistas electrónicos
y soy autor de 5 novelas, tres de ellas disponibles en formato electrónico. También
soy periodista. Aunque admiro a Gay Talese y Tom Wolfe, últimamente mi vida se
ha convertido en un capítulo de la serie Kolchack.
Hace un mes realicé una crónica sobre las pandillas en León, Guanajuato.
Durante dos días me vi inmerso en un mundo de rivalidades, casas ubicadas entre
colonias que se convertían en zonas de guerra y nombres como Los Panchitos,
Los Temibles 36, Los Valentes o los diablitos. Mi contacto fue con “El Rata” un
muchacho de 19 años integrante de la pandilla “Los Vatos Locos”. Sin duda, ha
sido una de las experiencias más divertidas de toda mi carrera periodística: huir de
la policía, recorrer calles con temor a que me partieran la cara y aprendiendo los
códigos pandilleriles. Escuchando que aunque algunos eran delincuentes, otros
eran víctimas de los prejuicios.
El Rata me llevó a un grafiti ubicado en la calle Galicia, en la colonia San Juan
Bosco. Era el rostro de un hombre obeso, de tez blanca vampírica y ojos con
pupilas tan negras que sin duda, el autor del mural se había gastado todo un bote
de aerosol en cada uno de los ojos. A la izquierda del hombre había unos
símbolos que cualquiera hubiera confundido con las usuales letras deformadas de
los grafiteros, pero que yo reconocí al instante: el alfabeto enochiano, el idioma de
los ángeles. Se lo comuniqué a El Rata.
-Órale, morro. Eres bien pinche culto.
-No, es que de puberto me clavé con Evangelion y allí aprendí un chingo de cosas
sobre los ángeles. La neta intenté leer Rayuela y me dio hueva.
El Rata se encogió de hombros y me dijo que varios miembros de su pandilla
habían soñado con el hombre del grafiti. Aseguraba que todo mundo lo veía, que
para algunos era como un ángel y para otros como un demonio. Que podía ser
tanto una pesadilla de esas que te despiertas con taquicardia a un sueño húmedo
de esos que te despiertas con semen manchando la sábana. En poco tiempo
olvidé su comentario. Sinceramente, mi interés son las crónicas urbanas, no las
leyendas urbanas. Después de recopilar información y jerarquizarla publiqué la
crónica y me olvidé del asunto el resto de la tarde. Alrededor de las 12:00 de la
noche me fui a dormir.
Todavía recuerdo lo que soñé de forma bastante vívida. Ya sabes: como uno de
esos personajes de la saga de Nightmare on Elm Street, o el ciclo de aventuras de
Randoph Carter. Me encontraba en un centro comercial abandonado, de esos que
los usuarios de Facebook suben fotografías a grupos como “Dead Mall
Enthusiasts”. Sin embargo, pese a la precaria situación del lugar, todos los locales
estaban abiertos. No vendían comida rápida, ni había locales de maquinitas, ni
supermercados, ni souvenirs, ni mueblerías, ni cines. En su lugar, todo era locales
de magia. Era una versión pop ochentero del callejón Daigon de Harry Potter,
como si John Hughes hubiera dirigido la saga del joven mago.
Lo más asombroso es que era un sueño vívido: sabía que todo no era real. Podía
leer los nombres de los locales: “HACEMOS AMARRES Y TRABAJOS”,
“TRABAJOS DE SANTERÍA LAS BROMAS DE ELEGGUA”, “MAGIA DEL CAOS,
SIGILES DE TODO TIPO”. “MUÑECOS VUDÚ”, “CONJUROS ENOCHIANOS”.
Juro que podía leer todo. Ya sé que un capítulo de la serie animada de Batman
asegura que es imposible leer en sueños, pero yo sí podía.
Cualquiera hubiera podido identificar a los visitantes del centro comercial: Freddy
Krueger, Alicia, Sandman, Leonardo Di Caprio en Inception; Randolph Carter, Los
enemigos de Super Mario Bros 2; Douglas Quaid, Rip Van Winkle, Dorothy y sus
amigos siguiendo el camino amarillo; los ángeles que advirtieron a José huir para
salvar a su hijo, el tipo parecido a Lincoln del cuento de Borges y los personajes
de Sueño de una noche de verano, de Shakespeare. Escuchaba canciones como Mr. Sandman, Don’t dream is over y Dream de Miley
Cyrus. Un repertorio muy completo. Caminé hasta llegar a un local donde un
hombre sacrificaba a un bebé como si cualquier cosa. Limpió la sangre de su altar
y me dijo, con una frialdad de sicario del narco:
-Ahoritita lo atiendo, joven. Deje nomás acabo con este asunto.
En cuanto se dio la vuelta y me extendió su mano manchada de sangre, miré su
rostro y lo reconocí al instante.
Era el hombre del grafiti. Alto, gordo, de piel blanca, y vestido a la usanza de un
poeta romántico, de esos que en Villa Diodatti escribe versos para una mujer
inexistente para taparle el ojo al macho pero que por la noche todos sus amigos
machines le practican un gang bang.
-Si estás soñándome es porque viste los símbolos. Toda la vida es sueño, y los
sueños sueños son.
-Chale, citar La vida es sueño en un sueño. No mames, qué pinche lugar común
tan más enorme. Ya ni Paulo Coelho.
El hombre hizo caso omiso a mis chistes, como el profesor amargado de El día
libre de Ferris Bueller. Me dijo que a partir de ahora no volvería a hacer bromitas
estúpidas, que mi vida onírica estaba marcada.
En segundos, como sucede en los sueño, sobre su mesa había cuchillos,
machetes, bisturíes, navajas de afeitar. Como si fuera Hostel, o una de esas
películas del género torture porn. En el transcurso de otros segundos, me di
cuenta que estaba completamente desollado. Pero no lo sentía como un sueño.
En realidad mi cuerpo ardía de forma insoportable. Mire la carne viva y me
arrodillé a los pies del tipo con Cara de Luna. Le supliqué despertar. El hombre
esbozó un gesto parecido a una sonrisa.
Entonces, desperté.
Instintivamente miré mi cuerpo. Estaba intacto. Suspiré y me senté en el suelo,
recargándome en mi cama, sudando húmedo. Sea lo que sea ese hombre, sin
duda tiene estilo. Mientras algunos sueñan que asisten desnudos a la escuela, él
hace que se sientan desollados. Eso es pasar al siguiente nivel pesadillesco.
Pero intentaba usar el humor como mecanismo de defensa, porque sabía que
después de ese día, el hombre con cara de luna me volvería a seguir en sueños y
pesadillas.
Vamos a comprobar si también te utiliza ese hombre calvo, pálido y de ojos sin
fondo que varios vemos en sueños. Dios nos bendiga y proteja.
Pon un vaso con agua frente al televisor o la PC mostrando las noticias o
cualquier contenido violento, volveremos a él más tarde. El Hombre de los ojos
sin fondo allana mis sueños y no habla simplemente, más bien hace otra
cosa…
La primera vez dejé un vaso entre la PC y yo; en ella miraba los videos
de “Juba the Bhagdad sniper” matando soldados de EE.UU. con su dragunov.
El allanador de sueños apareció esa noche en mi cabeza. ¡Dios mío! Él habló y
entonces descubrí que en realidad ¡me interrogaba! Le respondí algo que no
recordé en ese entonces, luego lo conduje a un callejón donde había flores y
música de flautas.
Somos computadoras animales, y las preguntas que nos hace el
allanador son comandos que uno ejecuta: todas las noches corremos un
programa de software en nuestras cabezas-procesadores-vectoriales. Algunas
personas han recordado datos. Una de ellas los anotó antes de morir
misteriosamente en 1999. En su bolsillo fue hallado lo que se conoce como el
código McCormick: criptogramas que hasta hoy no se han podido descifrar.
Otro ejemplo más antiguo de resultados de cómputo animal es el código
Dorabella. Éste código lo escribió el compositor musical Sir Edward Elgar y se
lo envió como una presunta carta de amor prohibido a Dora Penny. Ella afirmó
desconocer su significado y hasta la fecha tampoco ha habido ninguna
decodificación satisfactoria. Elgar también compuso melodías secretas dentro
de piezas musicales más grandes como en su más famosa: Variaciones
enigma, en la cual cada variación va dedicada explícitamente a uno de sus
amigos, la número 10 está dedicada a Dorabella, por ejemplo, pero la número
13 figura como dedicada a “* * *“ (Dios nos libre de que sean 3 números 6).
Hace meses escuché, en el sitio web del Proyecto Conet, un mensaje
transmitido vía onda corta (click aquí para escuchar): una mujer recitando
números; al oir los últimos los recordé, se los dije antes al Hombre de los Ojos
sin Fondo. Uno de mis contactos, que no es un soñador esclavo, de apodo
ABSTRA, dice haber roto parcialmente el código y me reveló su contenido:
“PBAS Y EXP ATOM LIMBO 36 ABIERTO PSIQ DIOS. [sigue un renglón
no descifrado] DEMONIANGELUS [pausa o interrupción] H.SAPIENS
CONSUMO LIMBO ALTO 12. [siguen códigos no descifrados] SOLUCIÓN:
DEMONIANGELUS CRUZADO C CERDO P CONSUMO RAZAS INF.
H.SAPIENS 3ER MUNDO [pausa] GRIETA 36.”
¡¡Dios mío, qué es estooo…!!
Regresemos al vaso con agua frente a tu PC o TV, tómate toda el agua
como yo lo hice la primera vez. Recuerdo que estaba la noticia de Donato
Villegas, el sonámbulo que cruzó la frontera. Mientras yo tragaba el agua veía
como lo golpeaba La Migra. Me pregunto qué estaría soñando ese paisano.
Ahora espera a ver los sueños que tendrás esta noche. Quizá no veas
nada, significará que estás a salvo por ahora. Si no, entonces tal vez tu ayuda
pueda arrojar un poco de luz a esta desgraciada granja de cerebros soñadores
de la que millones formamos parte. Ora por mí y que Dios te bendiga.
De nuevo él. Cada noche igual. Cierro los ojos y su rostro surge como un destello. Detrás
de los círculos de luz que se forman su cara. Me es tan familiar que me parece que siempre
ha estado en mis sueños. ¿Pero quién es?
Surgió de pronto, de la nada. Primero el largo pasillo y al final él, de pie, llamándome sin
voz. Sus labios moviéndose entre su rostro blanco. Fue como observar una fotografía con
vida. Su cuerpo inmóvil, forrado de ese color negro. El psicólogo habla de mi pasado. Pero
no, él es presente. Tanto que prefiero no dormir. Ese es el problema. Me da miedo no poder
despertar, quedarme dormido para siempre y mirar su rostro frente a mí por toda la
eternidad. Por eso jamás tomaré las pastillas.
Sus ojos jamás han pestañeado. Pero para el doctor eso no significa nada. Para mi es como
la muerte. Es lo que existe después de la muerte. Es la muerte misma. ¿Qué repite con sus
labios? Quizá muerte, muerte, muerte…
Aparece en cualquier lugar. Escenas de mi día se repiten y él está ahí. Ayer, por ejemplo.
Crucé la ciudad en un autobús que tardó más de una hora en llegar a su destino. Eso soñé.
El doctor dice que es normal, los sueños se construyen con el inconsciente. Es normal que
se repitan sucesos de la vida diaria. Pero, ¿por qué está él ahí? En el asiento frente al mío
estaba un niño con su madre; un pequeño de 5 años que de la nada comenzó a llorar. Sería
quizá el calor o el hambre. O quizá él sí lo pudo ver. Yo hubiera llora también de haber
tenido a mi madre junto a mí. En mi sueño fue lo mismo. Sólo que su llanto sucedió en
silencio, lo cual hizo todo más estridente. El niño gritó cada vez más alto, señalando al
frente, al otro lado del parabrisas donde estaba él, de pie, en la oscuridad, con ese rostro
redondo, calvo, blanco y los ojos fijos, como sus brazos y sus piernas como si fueran palos.
De nuevo sus labios se movían diciendo algo. El autobús no se frenaba, pero jamás llegaba
a él. Entonces sentí los brazos de mi madre. Me convertí en el niño o siempre fui él.
Señalaba al frente gritando: ¡Ahí está! ¡Ahí está! ¡Ahí está! Sin que pudiera salir mi voz.
Mi madre no hacía nada. Me abrazaba y se reía señalando al frente, igual que todos los
pasajeros y el conductor.
He descubierto algo peor que el insomnio.
A veces quisiera quedarme ciego para no alimentar a mi inconsciente con nada, y no
permitir que él se cruce más con mi vida. Pero la oscuridad es aún peor. A veces temo hasta
pestañear. Siento que puede aparecer en cualquier momento. O aún peor, me da miedo
volver al mundo real y encontrarlo aquí. Estoy condenado a esto. El doctor no lo entiende.
Si no estuviera tan seguro que él es la muerte, me hubiera matado ya. Porque… ¿qué pasa
si después de todo está él? ¿Qué pasaría si después de respirar por última vez está de nuevo
el pasillo y él ahí de pie moviendo sus labios? ¿Qué pasaría si por fin escucho su voz? No
quiero morirme, no quiero dormir. No me voy a tomar las pastillas.
Es y no es. Es un rostro que contiene todos sus rasgos, pero no es él. No puede ser él porque no ha
estado en Génova ni en Malasia ni en Varsovia ni en Covadonga ni en Li- Kan Touk. Y toda esa
gente dice que lo ha visto en sueños; incluso lo están buscando. Yo también. Pero yo tengo otra
razón para encontrarlo: y sé que él lo sabe y que por eso ha estado aquí de esa forma tan extraña.
Era un sueño. Pero no era. O sí. No lo sé. La última vez que hablé con él me pidió que escuchara la
voz en off que suele filtrarse mientras duermo:
No olvides que cada palabra adquiere un significado que altera el original que conocemos
en la vigilia: lo potencializa, lo niega o lo espejea: verbaliza su contrario. Lo que
escuchamos en sueños a veces es más importante que lo que vemos ahí. La mayoría
comete el error de otorgar símbolos a las imágenes de los mundos que visitamos durante el
desdoblamiento onírico, pero sólo algunos notan que hay palabras o mensajes enteros que
guardan claves, las verdaderas claves. Escucha esas voces, Anignia, escúchalas siempre.
Me molestaba darme cuenta de que él sabía sobre las voces. Lo intuía desde hacía tiempo, por la
forma en que me observaba cuando me daban los lapsus del punto muerto, esos momentos en
que, sin importar lo entretenida y fluida que estuviera nuestra charla, yo me quedaba quieta,
callada, mirando un punto fijo en la pared o en el techo, y aunque le seguía escuchando, era
incapaz de contestarle, de dejar de observar lo que asomaba por esos pequeños filtros
dimensionales. Sin embargo, era justo cuando él callaba y se quedaba mirándome, que el suceso
perdía tensión y desaparecía. Era como si yo necesitara entrar en un pequeño trance a través de la
cadencia de sus palabras. Al notar su desconcierto cada vez que esto sucedía, yo le explicaba justo
eso: que no eran sucesos que yo pudiera controlar; no era que hubiera perdido el interés en la
charla o que me distrajera pensando en otras cosas… era simplemente como si mi cerebro se
pusiera en “pausa” y conectara con esos puntos para mostrarme algo que después yo trataba de
decodificar a través de la escritura: se trataba de un lenguaje que debía ser traducido a otro
lenguaje.
El problema es que he perdido su rastro. Dejó de llamar, dejó de venir, dejó de escribir.
Desapareció igual que esos buscadores de tesoros submarinos que tanto le entusiasmaban. Quizá
se convirtió en uno. No lo sé. La cuestión es que no he vuelto a tener un lapsus desde aquella
última vez, y mi traslación de lenguajes se ha quedado a medias. Empiezo a sospechar que en
realidad la verdadera hipnosis sucedía durante esas charlas casuales, y no cuando agendábamos
una cita exprofeso en su consultorio. Sí: él era mi mesmerista.
Ha sido el silencio y la falta de aquellas experiencias lo que me ha empujado a buscar otros
trances, pero ninguna cadencia me ha provocado el mismo efecto, el efecto que duerme ciertos
sentidos y despierta otros. La necesidad de experimentar esa sensación y de avanzar en la
decodificación de aquel lenguaje fue lo que me hizo recurrir a la autoinducción. Recordé las
palabras, la luz musgosa con que llenábamos la habitación, las pausas para dejar entrar y salir el
aire, los sonidos en los que debía concentrarme, los escenarios que debía visualizar. Pero nada. El
mesmerismo no es un enigma que pueda resolverse siguiendo un instructivo. Hay una intención
en la sonoridad vocal que se va filtrando imperceptible por cada uno de los receptores neuronales,
creando un puente dentro del puente de la sinapsis, un puente que desvía la ruta de la sinapsis y
provoca la ruptura, o mejor dicho, la entrada al otro lado. Y mi propia voz no es capaz de
encandilar a mis propias neuronas: sentí el desplazamiento del cuerpo, el languidecer de cada
hebra muscular, pero no logré mantenerme en el punto preciso para iniciar la aventura: sin
capacidad alguna para ejercer control sobre mi debilidad somnolienta, me dejé caer sobre la
nebulosa onírica. O no. Me desespera no saberlo con claridad. De lo que estoy segura es que ahí
estaba él. Bueno, no precisamente él. No reconocí su rostro y apenas noté su cuerpo, pero era la
textura de su voz bisbiseando palabras que nadie más usaría:
Si quieres mirarme tendrás que hacerlo sin los ojos.
Y peor aún: cuando le pedí que me explicara por qué se había ido así, con tanto lenguaje que
decodificar por delante, los ojos de ese rostro que no era el suyo pero que develaban algo de su
identidad, se empezaron a comprimir, como si alguna víscera los sorbiera por dentro, dejando en
su lugar un halo de voces magenta. Voces magenta salían de sus ojos. Las mismas voces que yo
había estado escuchando, entendiendo a medias. Sin embargo, aunque las tenía ahí mismo, las
miraba y escuchaba nítidas y tersas, el sentido de su mensaje me envolvía brumoso:
hacia el intercorm / abre el intercom / planicie del suero /
del sueño / álgida memoria / NO MEMORIA NO / salto
inter / faz / haz / anterantena / no domesticar la
superficie del halo / halo de faz / el rostro es uno / LA
ESCENCIA ES MÚLTIPLE / abrir el nodo / luz / haz / faz / del
nodo / ABRIR
Anignia, semilla nodal:
si nos sueñas, si nos escuchas//
es porque en ti palpita
uno de los nidos donde está germinando el Humus Inframagnético[[
la esencia de todos aquellos que han perdido
un pedazo de vida durante sus saltos / regresiones
desde la primera exploración de Padre Mesmer[
Es hora de que nos dejen salir //
nos dejen atravesar el umbral
del no-sueño y del tiempo-en-todos-los-tiempos //
que nos dejen exhalar la MARABUNTA
en que se ha convertido
esta acumulación de
desprendimientos errantes.
Es hora de que Padre Mesmer
sea uno a uno todos Nosotros y salga de la Órbita Moebius para que extienda la
Verdadera Red del Tiempo.
Muy al principio lo pasé desapercibido. Después lo creí solamente una coincidencia,
recordé mis lecciones sobre la teoría de los sueños de cuando era estudiante de la
facultad de psicología y traté de buscarle una explicación. De repente eran ya tres los
casos, los tres presentaban el mismo sueño. El primero fue Bruno quien llamó una
tarde de lunes para hacer una cita de carácter urgente. Aunque había sido mi paciente
seis meses antes, había terminado el tratamiento y yo lo di de alta como un caso
exitoso de recuperación completa. Había sido de mis casos más difíciles, Bruno
presentó el síndrome de paranoia más grave que me había tocado tratar. Su llamada
pues, me sorprendió. Lo vi a Bruno la tarde siguiente y ahí me contó su sitiación. Tenía
dos semanas padeciendo el mismo sueño una y otra vez. Mejor dicho, los sueños
podían variar pero el final era siempre el mismo: un hombre, el mismo hombre siempre,
se aparecía para comunicarle algo, el problema era que lo hacía en un idioma
desconocido para Bruno y nunca conseguía descifrar el mensaje del hombre
misterioso. Cada vez los sueños eran más recurrentes y Bruno tenía los nervios
destrozados.
Empecé a tratar a Bruno nuevamente, el caso era desesperado porque Bruno no
solamente estaba mal psíquicamente sino físicamente, se había vuelto la sombra del
hombre que había visto hacia solamente seis meses, había perdido mucho pesos y las
ojeras le llegaban al piso. Esta vez las sesiones eran dos veces por semana, la
gravedad del caso así lo requería. Después de dos semanas de tratamiento su
condición empeoraba, el hombre era cada vez más frágil, sentía que lo estaba
perdiendo y un día así pasó, Bruno no regresó a sus siguientes dos terapias. Lo
busqué mediante las referencias que tenía pero nunca se me ocurrió actualizar sus
datos, mis esfuerzos por encontrarlo fallaron, Bruno había desaparecido sin dejar
rastro. A los días recibí una llamada al celular, era él. Dr. Walter, creo que ya he
encontrado la solución al problema, dijo. Ahora sé lo que quiere comunicarme, espero
que pronto podamos vernos para hablar de esto. No me dio más detalles y sin poder
decir nada, Bruno colgó el teléfono.
Recuerdo claramente esa mañana, la lluvia que había empezado en la madrugada se
prolongó hasta la hora del desayuno. Tomaba el café amargo como me gusta cuando
encendí el televisor, la sorpresa fue mayúscula cuando vi a través de la pantalla la cara
de Bruno, el trago del café fue más amargo de lo usual. El chico había matado a un
grupo religioso con el mayor sadismo que alguien cuerdo pudiera imaginar y después
se suicidó. Desde el incidente de Bruno no volví a ser el mismo. Aunque sé que no era
mi responsabilidad, siempre creí Bruno podía recuperarse y pensaba que de haber
tenido más tiempo había podido hacer algo más por la mente atormentada del chico.
Solamente habían pasado diez días del atentado cuando llegó a mi consultorio Verena,
una joven estudiante universitaria. Llegó a mi debido al incremento de ataques de
pánico en las últimas semanas, el último episodio le acababa de suceder en el metro
rumbo a la escuela, había entrado en pánico y caído al piso con dificultades para
respirar, de no ser por su amiga Úrsula una ex paciente mía, tal vez la situación había
podido ser peor. Verena llevaba diez días sin dormir, le aterraba la idea de poner la
cabeza sobre la almohada. Cada noche es lo mismo, Dr. Walter, su rostro inquietante
irrumpe en mis sueños esgrimiendo un lenguaje que no logro comprender. Mi primer
pensamiento fue que era una total coincidencia su caso y el de Bruno, pero lo del chico
me había dejado tan mal que decidí averiguar si había alguna relación entre ellos. Para
no inquietar más a la chica, decidí sacar la información de Ursula pero los resultados
fueron negativos, los chicos no se conocían. Seguí con el tratamiento indicado para
estos casos pero no había ningún avance, unas semanas después Verena desapareció
dejándome en la más profunda intranquilidad. No había pasado mucho tiempo cuando
me encontré en la calle a Ursula quien me contó una historia horrorosa, Verena había
entrado a un prostíbulo ultra clandestino donde mantenían secuestradas a niñas y
adolescentes para satisfacer los deseos más retorcidos de los hombres que pudieran
pagar los altos costos de dichos servicios sexuales. No se supo cómo llegó Verena a
ese lugar, pero proxenetas y clientes fueron asesinados por ella de la manera más cruel. Pensé que eso no podía estar pasando, la historia de Bruno se repetía ahora.
Pero ahora sería diferente, Verena estaba viva y yo tenía que ayudar a la muchacha.
Me dirigí rápidamente al reclusorio al que la había llevado ara averiguar un poco más
de su situación y solicitar una visita, no sería difícil si demostraba que era mi paciente y
que tenía problemas psicológicos. La noticia que me dieron en el reclusorio fue
devastadora, Verena se había colgado en su celda con los cordones de sus zapatos.
Dije al principio de esta historia que fueron tres los casos con el mismo problema, el
tercer caso es tal vez el más difícil pues soy yo mismo quien se ha infectado de los
sueños con el hombre misterioso. Ahora soy yo quien tiembla al sentir que los ojos se
me cierran. Deje todos mis casos clínicos para concentrarme en esto. Para intentar
buscar una explicación a lo que me está sucediendo no solo a mí sino a otros más
como Bruno, como Verena que de repente tuercen su personalidad y son capaces de
los actos más despiadados. Hasta este momento he elaborado una teoría, el hombre
que se presenta en los sueños de las personas es La Sombra, ese arquetipo que Jung
bautizara así para describir esos aspectos inconscientes de la personalidad del hombre
que el yo consiente no reconoce como propios. La Sombra emerge en los sueños de
los hombres para instaurar esa personalidad reprimida que lucha por salir, una
personalidad salvaje, primitiva, sanguinaria. Aun no logro descifrar el por qué de
repente se ha implantado en la mente de tanta gente en los últimos meses. Mi
investigación sigue su curso pero temo que ese hombre de los sueños, La Sombra,
llegue a apoderarse de mi mente antes de resolver el enigma.
Creo que esto me lo busqué yo sola, pero ¿qué se le va a hacer? Mi novio empezó a portarse raro
de la nada, ya no era cariñoso, siempre se veía exhausto y cada vez me hacía menos caso. Lo
primero que pensé es que me estaba poniendo el cuerno, claro. Él era un ñoño de cuidado, de
esos otakus loquitos que van a las convenciones y se la pasan viendo anime. Muchas veces me
hablaba de cosas de las que yo no tenía ni idea, ya me decían mis amigas que eso estaba
condenado al fracaso, porque los normales no nos juntamos con esos “raritos”. Y claro, como yo
no tenía ni idea de por qué tenía que haber tantas Sailor Moon todas vestidas de colegialas, lo más
seguro era que me estuviera jugando chueco con alguna de sus amigas raritas, como la tipita esa
de pelo morado que canta en la banda de canciones de anime y siempre le está echando los
perros.
En ese momento decidí que haría la única cosa que una novia puede hacer en esos casos:
necesitaba revisarle el celular, porque si le hubiera montado una escena sin pruebas ahí la que
quedaría como friki obsesiva stalker sería yo. No crean que no traté de arreglar las cosas, juro que
me porté linda y detallista todo el rato, pero él no más no daba señales de vida. Así que de plano
me dediqué a ver de reojo cuando desbloqueaba su celular hasta que me aprendí el patrón. Lo
que seguía era conseguir separarlo del teléfono. Tuve que jugar sucio, pero le dije que al fin estaba
dispuesta a entrarle a su épico maratón de El Señor de los Anillos. Total que lo atiborré de
refrescos y botanas y cuando el pobre tuvo que salir corriendo al baño al fin pude agarrar su cel.
Al principio creí que había hallado lo que buscaba, digo tenía mil mensajes con una niña de
nombre Trinity (espero que fuera un Nick, porque no me imagino que padres le ponen así a su
pobre hija ¡hello!). Total que al revisarlos, buscando algo que pudiera usar en contra de mi novio,
llegué al mensaje original. Claro, todo estaba lleno de símbolos raros. Tan era malo que los muy
desgraciados se lo estaban mandando en clave, mientras repasaba los simbolitos dichosos sentí
dolor de cabeza. Los vi toditos, de principio a fin, tenía la esperanza de hallar algo que pudiera
leer.
Cuando mi novio salió del baño corrió y me arrebató el celular. La pelea fue descomunal. Que si yo
no tenía derecho de revisar sus mensajes, que estaba tratando de protegerme, que yo lo había
cagado. Le dije que no mamara, ¿además de mensajearse todo el rato con esa pinche vieja todavía
se atrevía a echarme la culpa a mí? Ahí fue cuando le cayó el 20 y me explicó toda la cosa rara
sobre el mail, el gordo que se aparecía en sus sueños, que no había dormido bien en mucho rato
porque le daba miedo… la neta creí que se había inventado todo ese choro para ocultar su
infidelidad. La verdad salí emputadísima de su casa, yo sólo quería gritar. Esa noche soñé con
pandas, el abdomen de Ryan Gosling y de la nada apareció un pinche gordo con pinta de darketo.
Al principio creí que era sólo mi imaginación, que mi novio me había sugestionado. Cuando el
gordo me dijo cosas en un idioma raro me frikié mucho, pero claro no le hablaba a mi novio, casi
ex, porque seguía enojada con él. Luego pasó una semana, todas las malditas noches viendo al
pinche gordo darketo ese, colándose en mis sueños y hablando raro. Me quebré y le marqué mi
novio.
Al final le creí que no me había engañado, es más hasta lo entendí. Él cree que el gordo es un
viajero que viene del futuro y que trata de hacer que algún mensaje importante le llegue a la
humanidad, pero tal vez no sabe que nosotros aún no hablamos su lengua, que si logramos
descifrar el mensaje tal vez nos deje en paz a todos. Desde que veo al gordo en mis sueños, ya casi
no duermo. Durante un tiempo traté de aparentar normalidad con mis amigas, pero no funcionó.
Me fueron excluyendo del grupo, ahora paso mis ratos libres con mi novio. Los dos le dedicamos
bastante tiempo a checar alguienlohavisto.org, tratando de hallarle algo de sentido a esto. La
verdad es que sólo quiero que se termine, volver a ser la chica normal de antes. Recuperar a mis
amigas, el gusto por Gossip Girl y mis buenas calificaciones. Al principio culpaba a mi novio por
todo esto, pero entendí que es el único con el que puedo hablar y desahogarme. En la vida real,
nadie más entiende lo que me pasa. Estar con él es lo único bueno que me pasa últimamente, lo
único bueno que saqué de todo esto. Después de todo, él sólo quería protegerme y yo me lo
busqué… Aquí en el foro leí que mucha gente cree que ese mensaje es como un virus de
computadora, mi novio jura que eso confirma su teoría, que es tecnología del futuro. A mí, la
verdad, todo me da igual sólo quiero que esta pesadilla se termine ya.
Somos el universo, pero el universo no es nuestros sueños. Ahí está la diferencia del
hombre con la naturaleza, con Dios; cuando dormimos somos nuestros propios dioses, tenemos
más poder que Él. Pero violaron ese espacio perfecto. Algo fuera del tiempo enfermó a mi Tercer
Ojo. Un correo electrónico, para ser más exacto. Si leen esto es porque ustedes ya saben de qué
Tiemblo al darme cuenta cómo es que unas palabras, unos símbolos, hayan tenido el
poder para abrir una puerta que se supone sólo el soñador tiene la llave. No hay límites para la
voluntad del autor de ese spam maldito, si es que puede lograr eso con una oración. Quien está
detrás conoce cosas que ni imaginamos, y no las está utilizando para una buena cosa. Eso parece.
Creo que conocí al remitente la misma noche en que recibí la carta electrónica, mientras
yo dormía. Experimentaba el sueño más lúcido que he tenido: viajaba en varios universos
mentales futuros y pasados cuando, en un rincón de todos ellos, él se apareció. No decía nada,
sólo me miraba con su ominosa sonrisa. Yo le temí porque supe en ese momento que era más
poderoso que yo aun en ese plano de consciencia. Él me dijo algo que me tranquilizó pero que
olvidé al instante. Me desperté vomitando. Pensé que se me pasaría, que había sido un mal sueño,
pero se presentó a la siguiente noche, y a la siguiente.
Ya no quiero dormir. No he dormido en muchos días.
Esto no es una conspiración, es algo más viejo que no conoce el mal y el bien y eso lo hace
terrible. No es cosa de masones, ni de rosacruces, ni de organizaciones ultrasecretas; vaya, no creo
que ni los reptilianos o los grises sepan de esto. Es fácil darse cuenta de que esta cosa está fuera
su alcance. Esta entidad, el nuevo titiritero, a pesar de su aspecto elegante y medio patético, está
lejos de ser algo que podríamos considerar como humano, como algo de esta dimensión. Si
descubriéramos su modus operandi podríamos también descubrir grandes cosas sobre nosotros,
desenterrar verdades ocultas en la memoria genética. Porque nos subestimamos, nos olvidamos
del lenguaje y de las maldiciones, de que la magia está en las palabras y que los sueños nacen de
ellas. De eso se trata, de nuestra soberbia con las palabras. Él nos recuerda nuestra imprudencia
enfermándonos la mente. El mensaje virulento no hizo más que mostrarnos unos símbolos puros,
con su fuerza destructora y creadora reestablecida, algo que se supone el hombre debió de haber
olvidado. Nos enseñó de nuevo la Lengua. Eso creo. Y tiene más enseñanzas, su presencia abre
tantas preguntas: ¿cómo es que se extiende como un virus? ¿Cómo es que algo que existe, pero
que no está aquí, puede afectarnos tanto? ¿Cuál es el lugar en dónde soñamos, en donde nuestras
consciencias se materializan? ¿Soñamos entonces todos en un universo igual que éste, el real?
¿Todos somos una misma entidad que al soñar nos hacemos presentes en su cuerpo, y esa entidad
está enferma?
¿Qué es soñar?
No tengo respuestas, sólo preguntas.
Tal vez lo que más me da miedo es el orden. Porque hay un tipo de orden, un objetivo
oculto en su horrible intrusión. Esto está planeado. Su infección tiene una meta. Un final que no sé
si tengamos permitido observar.
Ese hombre no es un hombre, sería mejor llamarlo una fuerza, una energía.
Olvídense del Área 51, del HAARP, del Bloop, de los campos de trigo, de todo eso. Nunca
vamos a resolverlos. Tenemos que concentrarnos en cosas importantes, tenemos que entender a
esta presencia; tenemos, ya que esto no es una teoría, es una realidad. Por nuestro propio bien,
nuestra salud, tenemos que entender lo que nos pasa. Estudiemos la alquimia de la locura.
Me duele aceptar que menos que surja una fuerza opositora, pero tan violenta, como la
de ese hombre, esa presencia, no hay nada más que hacer que esperar el fin de todo lo racional.
Una pandemia azota a la psique humana, y no me imagino una cura, ¿ustedes?
Escribo esto porque no he podido contactar a mi psiquiatra... No sé si todavía ejerza; hace muchos años que no lo veo. Veintiséis, para ser precisos. Mis papás lo contrataron cuando, en mi cumpleaños número trece, tuve una “pesadilla” que juraba había sido real: acostado en mi cama con las cobijas al cuello, veía cómo el cofre verde de chapas doradas que me había regalado la abuela para meter mis juguetes comenzaba a abrirse, en silencio, poquito a poquito. De su interior salía una marioneta. Una marioneta extraña, pues su cuerpo era rechoncho y su cabeza redonda y calva como una luna. Aunque no veía los hilos por ninguna parte, sabía que era una marioneta por sus movimientos mecánicos y por el crujir de sus empalmes de madera. Mientras se acercaba, abría y cerraba el mecanismo que tenía por boca, emitiendo un lenguaje incomprensible. Luego se detenía y levantaba su brazo derecho. En la palma sostenía una aceitera, de las antiguas. A pesar de que no podía moverme, como aquellas noches cuando se me subía el muerto, lograba reaccionar y aceitaba sus coyunturas. Entonces, la marioneta levantaba su mano izquierda. Entre sus dedos se asomaba una tarjeta con un extraño símbolo. Al tomarla, la marioneta regresaba al cofre. El psiquiatra, además de recetarme varias sesiones aburridísimas y medicamentos cuyos nombres eran un trabalenguas, me recomendó apuntar mis pesadillas en una libretita. En la primera hoja, temeroso de revivir lo que había “soñado”, sólo apunté el extraño símbolo. No volví a tener pesadillas hasta el día que cumplí veintiséis años. Me encontraba en el extranjero, estudiando una maestría. La marioneta rechoncha con cabeza de luna volvía a salir del cofre verde de chapas doradas (el psiquiatra insistió en que debería permanecer siempre a mi lado, para que pudiera confrontar y vencer mis miedos). El crujido de sus empalmes y las voces sin sentido que emitía taladraban mi cerebro, liberando mis traumas infantiles. De nuevo me enseñaba la aceitera, y de nuevo le aceitaba sus coyunturas. También me daba una tarjeta, con otro símbolo indescifrable, que apunté en la segunda hoja de mi libreta de pesadillas. Al terminar la maestría, dejé el cofre en la residencia estudiantil y regresé al país. A nadie le había contado esto; ni a mis padres ni al psiquiatra. Pasaron los años. Trabajo, hijos... Noches sin pesadillas. Cuando de vez en cuando parpadeaban algunos recuerdos, solía reírme y recriminarme por haber hecho un gran alboroto de ellos; sólo eran sueños. Pero hoy por la mañana un terror innombrable se apoderó de mí, llevándome al borde del abismo. En una mueblería del centro de la ciudad buscaba unos buenos libreros cuando de pronto, escondido entre un perchero y una mecedora, distinguí el cofre verde de chapas doradas que me había regalado la abuela para guardar mis juguetes. No podía ser. Lo había dejado en... Aunque mi primer instinto fue correr como alma que lleva el diablo, me acerqué y acaricié sus bordes deteriorados. Pagué la excesiva cantidad que pedían por él y lo traje a casa. Todo el día y gran parte de la tarde me la pasé de un lado a otro, mirando de reojo el cofre, con la cabeza llena de teorías extraordinarias. Pensé en llamarle a mis padres: tal vez ellos me podrían dar señas del psiquiatra. Después de fumarme todos los cigarrillos que mi mujer escondía en las macetas, me planté frente al cofre y lo abrí. No les mentiré: por un momento creí que la marioneta saltaría y me clavaría la aceitera en el cuello, en los ojos. Lo único que hallé fue la hoja de “¿Alguien lo ha visto?”, que ustedes también encontraron. No tengo ninguna duda: se trata de la marioneta rechoncha con cabeza de luna. Presiento que algo muy malo está por pasar. En tres días cumpliré treinta y nueve años, y estoy seguro que la marioneta saldrá del cofre y me dará otra tarjeta con otro extraño símbolo, que apuntaré en la tercera hoja de mi libro de pesadillas, y que al leerlos en voz alta la noche eterna caerá sobre mí. Si en una semana no vuelvo a entrar en este foro, búsquenme, por favor. Mi teléfono es el 5562478281.
Buenas noches a todos.
Antes que otra cosa, quiero decirles a los presentes en este foro que sus historias me
parecen, por decir lo menos, perturbadoras. Algunas me aterran, porque sé exactamente
cómo se siente; me aterran más aún, hasta el pasmo, otras, las que no tengo modo de
entender, las que me recuerdan que esas cinco palabras, “sé exactamente cómo se
siente”, son aquí, para mí tanto como para ustedes, imposibles.
Imposibles, claro, a menos que contraten ustedes mis servicios.
Verán: este foro (idéntico a tantos otros en los que he participado) me recuerda a una
epidemia que empezó en mi ciudad natal hace muchos, muchos años (o eso me parece).
Primero nos costaba trabajo despertar por la mañana, pero pronto la gente empezó a caer
dormida al caminar, al conducir, en el gimnasio, en la regadera, cada vez en situaciones
más y más penosas (¿Cuántas carriolas habrán rodado lentas hasta la avenida?
¿Cuántas madres tumbadas en una banca, soñando los tiempos en los que no eran
madres?). No le pareció demasiado grave a nadie sino hasta que estos repentinos
arranques de sueño se volvieron largas versiones de la oscuridad: personas que pasaban
seis horas dormidas, ocho, tres días, dos semanas y media, gente en pleno uso de su
juventud que de pronto se gastaba más de un año sin despertar. Los diagnósticos
quedaron rebasados pronto: ni la narcolepsia ni el envenenamiento por una sustancia
desapercibida en el aire ni las abducciones divinas o extraterrestres bastaron. Los
doctores, los chamanes, los sacerdotes (los que quedaban despiertos, claro está)
perdieron todas sus facultades sobrehumanas. Las consecuencias de eso, me temo, no
se han comprendido del todo todavía.
Los cuerpos cayendo a media calle, tapando coladeras, provocando toda clase de
accidentes, se volvieron contingencias inmediatas de salubridad y seguridad, por
supuesto. Pero la suciedad y la mortalidad disparada dejaron de importarnos cuando
arribó el verdadero problema. El impacto social del principio (las bofetadas para tratar de
despertar al conductor del autobús que se llevaba sin quererlo a un montón de inocentes
por culpa de un sueño inevitable) cedió a la curiosidad o al morbo de saber lo que había
tras ese velo maldito que nos había caído encima (¿de verdad será tan inevitable el
sueño, de verdad tan inocentes los pasajeros del autobús?), y entonces algunos, muy
pocos, empezaron a recordar lo que soñaban en sus vastos letargos. Todavía temblando,
sudorosos, contaban historias, por decir lo menos, perturbadoras. Como las de ustedes.
Algunos decían haberse soñado con los pies atrapados, siempre atrapados por una
suerte de fuerza incomprensible que los pegaba al suelo; otros rememoraban colores
extraños sobre la cabeza, extendiéndose hasta donde alcanza la vista; animales
emitiendo sonidos diabólicos; monstruos de forma humana pero hechos de la materia que
se traga al universo; enormes salones llenos de cadáveres de árbol descuartizados;
caprichosas cuevas levantándose muchos metros sobre el suelo, con charcos de agua
flotando inquietantes en sus distintas bocas, encerrando personas en agonía. Los que
volvían del sueño contaron así toda clase de infiernos; casi ninguno de ellos logró
reponerse jamás de las visiones, ya fuera por el terror que les provocaban o por la
imposibilidad de escapar de aquel mundo irracional y doloroso al que, después de años
durmiendo, se habían acostumbrado.
La cura se volvió entonces imperativa, no sólo para mantenernos despiertos (lo cual
probablemente no logramos del todo), sino para olvidar de inmediato las pesadillas que
ocurren en ese sueño larguísimo, que sólo envilecen el alma. Tras muchos experimentos,
la encontramos. No fue fácil, dado que para muchos la pesadilla se ha vuelto una adicción
(¿cómo no volverse adicto a tener sobre el cuerpo un órgano larguísimo que lo toca todo,
que intercambia temperaturas con el aire, con otros cuerpos, con las cosas?), pero
estamos resueltos a ayudar a los nuestros, sea como sea. Y por un módico precio.
Para eso he escrito esto aquí (o lo he copiado y pegado del último foro en el que estuve;
no importa), para poner a disposición de todos ustedes la cura. El tratamiento es sencillo y
no demasiado caro. No involucramos ni a médicos ni a sacerdotes ni a chamanes porque
ya sabemos que del otro lado del velo nada de lo que ellos aseguran sucede; sin
embargo, hemos logrado curar a cientos de miles, y la pandemia que azota a todo el
mundo empieza a replegarse. La humanidad empieza a despertar de su pesadilla llena de
alucinaciones y rostros distintos todos entre sí.
Pronto podrán todos ustedes salir de la pesadilla y volver al mundo donde todos los
rostros somos iguales, donde todos nos podemos comprender, como la gente decente. Si
están interesados, escríbanme a ruyfeben@caradeluna.com, donde los atenderé con
gusto. Los estamos esperando.
Buenas noches.
BANDEJA DE ENTRADA | ASUNTO | FECHA | HORA |
LIBRO SAGRADO DEL LENGUAJE | ARCHIVO ADJUNTO | 8 OCTUBRE | 12:07 AM |
PEREA | A PROPÓSITO DEL LIBRO SAGRADO DEL LENGUAJE | 8 OCTUBRE | 12:07 AM |
ROLO DÍAZ | HAIKÚ | 8 OCTUBRE | 12:07 AM |
ROLO DÍAZ | ENOQUIANO | 8 OCTUBRE | 12:07 AM |
SIMBOLOS | 7 OCTUBRE | 10:30 AM |
NO REPLY $SYSTEM$ | LA REALIDAD NO EXISTE, EL LENGUAJE ES UN VIRUS. | 26 OCTUBRE | 09:30 AM |
JABAMUEL | VISITA | 25 OCTUBRE | 11:30 PM |
ELIZABETH MATUS | RE: SUEÑO | 19 OCTUBRE | 10:04 PM |
ROLO DÍAZ | DE LOS RECUERDOS | 30 AGOSTO | 02:00 AM |
PEREA | RE:BURROUGHS DE LA ROMA | 21 AGOSTO | 11:00 AM |
PEREA | BURROUGHS DE LA ROMA | 21 AGOSTO | 10:00 AM |
ROLO DÍAZ | REDES SOCIALES | 20 AGOSTO | 01:05 AM |
ROLO DÍAZ | PARA ESCUCHAR | 13 AGOSTO | 08:00 AM |
ELIZABETH | 8 OCTUBRE 2014 12:05 AM |
Tengo aquí dos cajas más de libros tuyos. Tienes hasta el próximo lunes para venir por ellos. O los tiro a la basura. Tú dime |
ROLO | 8 OCTUBRE 2014 12:10 AM |
Paso por ellos mañana ¿está bien a las 8 de la noche? |
ELIZABETH | 8 OCTUBRE 2014 14:40 PM |
Mañana no puedo, ni el viernes, pero puedes venir el sábado antes de las 7 de la mañana, porque después voy al gym y ya no me desocupo hasta el domingo en la noche |
ROLO | 8 OCTUBRE 2014 14:45 PM |
Ok |
ELIZABETH | 8 OCTUBRE 2014 15:10 PM |
¿Ok, qué? |
ROLO | 8 OCTUBRE 2014 15:11 PM |
Paso el domingo en la noche… Bye! |
PEDRO69 | 9 SEPTIEMBRE 2014 10:11 PM |
Ese Rolo ¿cómo andas? |
ROLO | 9 SEPTIEMBRE 2014 10:12 PM |
¡Pedro! ¡Milagrazo! Bien, bien. ¿Y tú? |
PEDRO68 | 9 SEPTIEMBRE 2014 10:12 PM |
Pues ya ves, me consiguieron tu número. También me dijeron que te volviste detective y que te va muy bien |
ROLO | 9 SEPTIEMBRE 2014 10:12 PM |
No me quejo, mi buen Pedro |
PEDRO68 | 9 SEPTIEMBRE 2014 10:12 PM |
Oye, tenemos que vernos y platicar. ¿De verdad no te gustaría regresar al periodismo? |
ROLO | 9 SEPTIEMBRE 2014 10:13 PM |
¿Me estás proponiendo algo? |
PEDRO68 | 9 SEPTIEMBRE 2014 10:13 PM |
Podría ser. Llámame y lo platicamos en vivo. Un abrazo! |
PEREA | 4 SEPTIEMBRE 2014 15:11 PM |
Mi estimado, Rolo ¿cómo te va? ¿Unas copas mañana en el Olimpo? |
ROLO | 4 SEPTIEMBRE 2014 15:12 PM |
Sólo si me invitas. Ando erizo, para variar… |
PEREA | 4 SEPTIEMBRE 2014 15:20 PM |
Pinche Rolo… Nomás porque no eres de esos tacaños. ¿Qué le ha pasado a tu negocio? |
ROLO | 4 SEPTIEMBRE 2014 15:25 PM |
Son malos tiempos para la lírica |
PEREA | 4 SEPTIEMBRE 2014 15:27 PM |
Lo que tu digas, baby. Nos vemos a las 8 |